lunes, 21 de enero de 2008

El hobre ecuanime

Era un hombre querido por todos.
Vivía en un pueblo en el interior de la India, había enviudado y tenía un hijo. Poseía un caballo, y un día, al despertarse por la mañana y acudir al establo para dar de comer al animal, comprobó que se había escapado. La noticia corrió por el pueblo y vinieron a verlo los vecinos para decirle:
--¡Qué mala suerte has tenido!
Para un caballo que poseías y se ha marchado.
--Sí, sí, así es; se ha marchado -dijo el hombre.
Transcurrieron unos días, y una soleada mañana, cuando el hombre salía de su casa, se encontró con que en la puerta no sólo estaba su caballo, sino que había traído otro con él. Vinieron a verlo los vecinos y le dijeron:
--¡Qué buena suerte la tuya! No sólo has recuperado tu caballo, sino que ahora tienes dos.
--Sí, sí, así es -dijo el hombre.
Al disponer de dos caballos, ahora podía salir a montar con su hijo. A menudo padre e hijo galopaban uno junto al otro. Pero he aquí que un día el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Cuando los vecinos vinieron a ver al hombre, comentaron:
--¡Qué mala suerte, verdadera mala suerte! Si no hubiera venido ese segundo caballo, tu hijo estaría bien.
--Sí, sí, así es -dijo el hombre tranquilamente.
Pasaron un par de semanas. Estalló la guerra. Todos los jóvenes del pueblo fueron movilizados, menos el muchacho que tenía la pierna fracturada. Los vecinos vinieron a visitar al hombre, y exclamaron:
--¡Qué buena suerte la tuya! Tu hijo se ha librado de la guerra.
--Sí, sí, así es -repuso serenamente el hombre ecuánime.
*El Maestro dice: Para el que sabe ver el curso de la existencia fenoménica, no hay mayor bien que la firmeza de la mente y de ánimo

domingo, 6 de enero de 2008

Historia de un leñador

En un pueblecito judío de Polonia,su gente se preparaba para la más sagrada de sus festividades:el Iom kippur.El día del perdón.Al salir la primera estrella y como todos los años,el pueblo casi desaparecía entre las montañas porque nadie hacía otra cosa que estar en el templo rezando fervorosamente y ayunando para asegurar el perdón divino u conseguir así que el buen dios, como decían los libros sagrados,inscribiera a cada uno y al pueblo entero en la lista de los que tendrían un buen año.

durante todo un día ningún judío observante comía ni bebía,ni trabajaba, ni se divertía.Tan solo se consagraba a la oración.Lo hacia por si mismo por su familia y por sus vecinos,

Estaba oscureciendo cuando el ultimo de los hombres del pueblo llego jadeando al templo
-¡rabino,rabino!-gritaba.

¿Qué pasa? -dijo el bondadoso Baal Shen Tov saliendo a su encuentro

-Tenemos un problema gravísimo. Hay que solucionarlo.Dios nos va a castigar a todos si no hacemos algo.El pueblo entero volará por los aires con su furia...

-Cálmate.... ¿Qué es lo que pasa?

-Yo venia cabalgando de prisa hacia el pueblo y,para llegar a tiempo,cruce por el camino de la montaña y pase cerca de la cabaña de Guedalia...y allí lo vi.El gigante estaba sentado frente a una gran mesa llena de comida y bebida dispuesto a darse un atracón que te aseguro que le llevaría más de veinticuatro horas tragar.Yo pensé que el no se había dado cuenta del día o de la hora,así que me acerque a saludarlo y advertirle.Pero apenas me vio llegar y antes de dejarme hablar me grito:"Ya se que estamos empezando el kippur, pero yo soy guedalia y como y bebo cuando quiero y cuanto quiero.¿Esta claro? Y ahora....¡fuera de aquí!".Y yo,Rav,vi brillar la furia en sus ojos y salí huyendo.Vine directo a la sinagoga porque pensé que debía contártelo .Tu eres el rabino de este pueblo,debes hacer algo para salvarnos de la ira de dios por esta ofensa.

-¿Qué pretendes que haga?Empieza el kippur,hablare con él mañana ,después salga la primera estrella.

-Estás loco,¿cómo mañana? ¿no te das cuenta? para mañana dios puede haber destruido toda la región

-No,no,no,no-agregaron todos los demás-.Debes ir ahora mismo a verle.Tienes que salvarnos de ese salvaje que nos quiere matar.Nosotros rogaremos mientras tanto para que Dios tenga paciencia hasta que hables con el y no destruya este pueblo por los pecados de Guedalia.

Baal Shem Tov agarró su vara de caminar y se dirigió al bosque donde estaba la casa del leñador.Desde lejos se veía la gran mesa de madera llena de carnes ,frutas y verduras iluminada con lámparas de aceite.Al llegar a la cabaña ,la noche había caído.El día del perdón había empezado.

Guedalia estaba comiendo como si nunca hubiera probado bocado.Era impresionante.El leñador era un verdadero gigante ,tan alto como un pino ,tan ancho como un ombú,tan fuerte como un roble.Y allí estaba esa mole comiendo y bebiendo casi sin parar a respirar.

-¿que pasa,Guedalia?¿Por que estas comiendo hoy que es el día del perdón?Puedes comer todos los otros dias,pero hoy podrias acompañarnos en nuestro ayuno.

-No-dijo guedalia

-¿Por qué no,?¿te hemos ofendido?

-No tengo tiempo para coversar,Rav.Tengo todo esto para comer y mañana debo volver a trabajar....

-¿por que dices que debes comer toda esa comida¿Cual es la necesidad de comer tanto?

Guedalia siguió comiendo desesperadamente sin contestar una palabra.Baal Shem Tov se sentó en el suelo en silencio y comenzo a rezar.Así se pasaron toda la noche y todo el día siguiente-.Ninguno de los dos durmió.Uno rezando y el otro comiendo.

Finalmente, la primera estrella apareció de nuevo en el horizonte y baal Shem Tov se levanto y se acerco a Guedalia.La mesa estaba vacía salvo por algunas migas de pan que se habían escapado a la voracidad del único comensal.El rabino lo miro sin decir nada y guedalia le habló:

-Un día,cuando yo tenia diez años, mi padre me llevo con él al bosque.Estaba intentando enseñarme a usar el hacha.Habíamos ido con nuestras dos mulas cargadas de provisiones, unas mantas y las hachas al hombro.Todo sucedió tan rápidamente ..Cuatro cosacos aparecieron de la espesura, agarraron a mi padre y empezaron a revisar las alforjas de las mulas buscando licor y comida.Después de adueñarse de lo que quisieron empezaron a burlarse de mi padre.Lo empujaban e insultaban tirando de su barba y paseándole el trasero.En cierto momento ,uno de ellos dijo:"Danos el dinero que tengas ".Mi padre,pobre ,nunca tenia mas que unas monedas de cobre en el bolsillo así que las saco y se las dio."¿Esto es todo,basura? ¿Esto es todo lo que tienes?",le dijeron."No te mereces seguir viviendo ."Y entonces,entre tres lo ataron a un árbol,mientras uno de ellos me sujetaba en el aire con una mano y me decía:mira y aprende,pequeño judío, aprende".Rociaron a mi padre con un poco de aceite y le prendieron fuego...Mi padre era tan pequeño y tan delgado que se consumió en un instante casi sin llama.Los cosacos me arrojaron a un costado y se fueron riendo a carcajadas.Ese día,Rav, yo hice una promesa.Jure que en el resto de mi vida , cada vez que no estuviera trabajando,iba a comer y comer.Comería sin parar hasta ser un gigante ,hasta que mi cuerpo juntara tanta grasa que si alguna vez me pasaba lo mismo que a mi padre no me consumiera como el, jure que si alguien podía atarme a un árbol y prenderme fuego yo iba a arder tan intensamente e iba a desprender un humo tan negro,que desde cualquier parte del mundo todos sabrían que en ese lugar estaban quemando a un hombre.

Baal Shem tov se acerco a Guedalia, lo beso en la frente y volvió caminando lentamente al pueblo.Todos lo esperaban.Habían rezado por el y por la supervivencia del pueblo.Habían pedido a Dios que no los castigara por las ofensas de un maldito pecador.Cuentan que el rabino bajo la cabeza casi avergonzado de lo que escuchaba y les dijo:

-Les aseguro que si alguna vez este pueblo se salva de alguno de los castigos de Dios ,que todos sabemos que merecemos, si se salva, les digo...será gracias a Guedalia.

sábado, 5 de enero de 2008

La verdad.....¿Es la verdad?

El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:
--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.
El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”.
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
--¿Adónde vas?
--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
--No lo creo.
--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
--Así es -afirmó el ermitaño-.
Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad!
*El Maestro dice: El aferramiento a los puntos de vista es una traba mental y un fuerte obstáculo en el viaje interior.